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GASTROPOLOGÍA: LOS BARES COMO ECOSISTEMA PROTECTOR.

Actualizado: 25 jul 2023

A finales de Julio se celebró un congreso académico en la vecina Portugal. Se trataba de un encuentro oficial entre colegas iberoamericanos en el que mi ponencia debía enmarcarse dentro de un bloque que abordase la antropología aplicada al mercado, ya que sobre antropología del bar no existen, de momento, voces suficientes cómo para crear un apartado específico.

Mi exposición giró en torno al papel/ función de los bares en el ecosistema urbano de nuestros pueblos y ciudades.

Al plantear en gremio la importancia en el tejido socioeconómico de España que tienen los bares, siempre aparece la idea a la par jovial y exótica de un país entregado a la alegría, a la fiesta, al ocio, al descontrol. Desconocen que al bar se va sobre todo a trabajar y no precisamente poco. Si entre nuestros hermanos ibéricos y latinoamericanos, peregrina tal idea, imagínense entre los antropólogos escandinavos o anglosajones.

El Bar cómo elemento complejo de convivencia humana fuera del núcleo familiar, es un espacio del cuidado extremo de las relaciones personales de una comunidad dada. Los códigos, las conductas permitidas, las normas establecidas, deben conducirnos al equilibrio sistémico de cierto compromiso político, que nos lleva a establecer acuerdos duraderos, a plantear los límites personales y los aspectos comunales.

Introducir a un grupo de desconocidos o semidesconocidos en un lugar limitado y que no estalle en mil pedazos el ecosistema, requiere un trabajo constante, una vocación consensual, una determinación soberana en la que subyace el interés colectivo y se intuye que es mejor ceder un tanto para seguir jugando la partida. Nos exponemos públicamente a la mirada y la acción del otro para conservar nuestra libertad fuera de esa performance que nos garantiza el conocimiento calibrado de los que resultan ser nuestros semejantes.

El Bar aparece de nuevo cómo un sistema protector en el que acordamos cuales deben ser nuestros límites, y el que negociar dónde están las barreras que jamás podemos traspasar.

No voy a negar que además de currelar, muchos nos lo pasamos en grande observando el baile de máscaras que supone tomarse un cafecito en la barra del Bar sin nombre en el que espero encontrarte.


Sergio Gil

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