La gestión del equipo desde el equipo: Avances en sostenibilidad social.
- Emma G. Cabanas
- 26 dic 2021
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 25 jul 2023
“El capital humano es el recurso más importante de una empresa”, esta es una frase que cualquier empresario o jefe te respondería al preguntarle sobre el valor de los trabajadores de su negocio. Un concepto políticamente correcto, del cual de cara al exterior todo el mundo se abandera, pero a nivel interno parece que se desvanece.
Tengo 22 años, muchas experiencias aun por vivir, muchas formas de trabajar y muchas filosofías distintas por ver, pero eso no me desmerece para mirar a nuestro sector con una visión crítica. Se dice que los jóvenes de ahora no queremos trabajar, que en lo único que pensamos es en salir de fiesta, en trabajar lo menos posible y que solo nos quejamos. Actualmente, hay muchos restauradores que se quejan de la falta de personal joven con formación y conocimientos que quiera trabajar en el sector. Quizás habría que cuestionarse el por qué de esta situación y no caer en la respuesta fácil de que no queremos trabajar. Sí, queremos trabajar, queremos que nos deis oportunidades, demostrar que somos una generación con ganas, con pasión, con ideas. Pero también tenemos claro que no queremos caer en los fallos de nuestras generaciones pasadas, no estamos dispuestos a dar nuestra vida por un trabajo, por una empresa que no valora el esfuerzo y el sacrificio que haces cada día, queremos trabajar para vivir, no al contrario.
A raíz de la crisis que se ha vivido en el mundo con la Covid-19 se decía que iba a suponer un cambio en la sociedad y en la vida laboral de las personas. Que se iba a demandar una mayor conciliación laboral, familiar y personal, que la gente se había dado cuenta del valor y la necesidad de vivir más allá del trabajo y que las empresas iban a tener que asumir esos cambios, empezando por el sector de la hostelería. Espero que este cambio y esa lucha por la sostenibilidad de las personas esté cada vez más presente en los empresarios, en los jefes y en los restaurantes, pero lamentablemente hay muchos casos en los que no parece ser una prioridad. Restaurantes de alta gastronomía con contratos de 40 horas, haciendo 50-60 o incluso más, obviamente sin ninguna retribución y apenas reconocimiento.
¿Dónde radica el problema? En la convicción de que la hostelería es así, que es un trabajo que exige hacer ese número de horas y, por tanto, no existe otra opción, si no estás dispuesto, búscate otro trabajo. Es evidente, que, en temporadas altas, el volumen y la exigencia de trabajo es mucho mayor, y es algo asumible por parte de los empleados, pero hay que compensarlo con las épocas bajas. Si exiges a tus trabajadores el mismo sacrificio y trabajo constantemente, solo provocas agotamiento físico y psicológico y frustración.
Lamentablemente, hay una cosa clara y es que trabajar 8 horas es una meta difícil de alcanzar, que requiere de un cambio estructural complejo a nivel laboral, económico y social, por la que hay que abogar, pero que no se va a alcanzar a corto plazo.
Sin embargo, esto no exime de trabajar por reducir al máximo esas horas, de gestionar de la mejor manera posible los turnos de trabajo. Para crear un equipo unido y sólido no es necesario que todos entren y salgan de trabajar a la misma hora, cada puesto de trabajo requiere de unas tareas y unos horarios determinados, ¿por qué no tener en cuenta eso para planificar los horarios de trabajo? Hay momentos del servicio en los que es necesaria la presencia de todo el equipo, tanto de sala, como de cocina, pero no cuando está acabando o cuando se prepara la mise en place o se monta la sala…
En paralelo, hay muchos otros aspectos básicos para una mayor sostenibilidad y bienestar de las personas, necesarios para formar un equipo estable y duradero. La figura del chef es indispensable, es indiscutible la necesidad de que exista una jerarquía, pero no su verticalidad. El chef debe ser un líder, un ejemplo para todos, es el vértice de la pirámide, pero también debe ser la punta de la peonza. Ser buen cocinero y tener una larga experiencia en restaurantes no te convierte en un buen chef y/o líder.
Hay un concepto fundamental, que es la empatía, cada persona tiene una forma de ser, de trabajar, de relacionarse, de comunicarse, pero en el momento en el que trabajas en y con un equipo, sin ella no se puede alcanzar ningún objetivo. Por ello, es importante para el bienestar del equipo encontrar el equilibrio entre la profesionalidad y las relaciones interpersonales. La comunicación debe ser constante en todas las direcciones y, sobre todo,
de manera respetuosa. Todos cometemos fallos, pero es la manera de afrontarlos lo que define el siguiente paso. Un jefe debe mandar y supervisar, pero eso no justifica las reacciones desmedidas, alzar la voz, menospreciar a una persona…
Tener al equipo esperando que en cualquier momento se le cuestiona o se le regañe, provoca tensión, la cual desemboca en cometer fallos y en crear una atmósfera de trabajo tóxica y desagradable. Por otro lado, la jerarquía implica que las decisiones, los cambios, las ideas, partan y, en muchos casos, se queden en los altos niveles. Sin embargo, no se deben olvidar que trabajan con personas con vidas fuera del ámbito laboral, con emociones y sentimientos, con ideas, con motivaciones…; por ello, cuanto más se cuente con el equipo, cuanto más se les implique, mayor satisfacción se creará.
¿Qué antigüedad tiene tu equipo? Quizás sea un indicio de la satisfacción y las condiciones en las que se encuentra tu plantilla.
No pretendo atacar a nadie, pero si cuestionar lo establecido, reflexionar sobre lo que somos y tenemos, y, sobre todo, a dónde queremos llegar. No es tarde para cambiar las cosas, los jóvenes estamos preparados para coger el relevo y mejorar este sector tan indispensable para la sociedad, pero no estamos dispuestos a cometer los mismos errores. Basarse en lo que siempre se ha hecho para justificar una mala gestión es simplemente una excusa, está en vuestra mano acompañarnos en este camino o quedaros atrás.
Emma G. Cabanas
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