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Gastro-humanismo crítico

Actualizado: 28 mar


Tal y como vengo relatando desde hace años desde la plataforma del conocimiento gastronómico en el cual se ha ido transformando gastropología, una de mis mayores preocupaciones, es la disociación del comer y del beber de su factor socializador.

Me temo que cada vez hay más propuestas dentro de la hostelería profesional, que centran toda su potencia en el plato, el cocinero y o el espacio (local) de corte exclusivamente instagrameable. Agentes que mediante  fotografías o vídeos pretenden ser la imagen categórica de la representación de uno mismo; obviando ese hecho determinante para algunos como es el de comer y beber junto a los otros, por y para compartir baños de “humanidad”.


Propongo que esa “humanidad” en el bar/restaurante, digamos qué en peligro, viene exigiendo una reclamación política con nombre propio. Que tal vez podríamos denominar restauración humanista o por qué no, Gastro-Humanismo.

Convengamos que el humanismo es un término polisémico sujeto a diversas formas de interpretación y realización. Podríamos decir en un sentido genérico, que se dice humanista a cualquier doctrina que ensalce la excelsa dignidad humana, destacando el carácter racional y de mesura, que caracteriza a la persona trabajada; enfatizando aspectos determinantes como son la autonomía, la libertad y la capacidad para transformar la historia y la sociedad.


Perfilando aún más la definición con el añadido calificativo de crítico, podríamos hablar de una doctrina o actitud vital que considera y muestra al ser humano a través de sus acciones, con el valor que supone el correspondiente esfuerzo y trabajo dispuesto en el objetivo de desarrollar al máximo sus posibilidades.


 El bar y el restaurante son un ejemplo concluyente de institución social pensada por y para el encuentro, es decir pensada para el cultivo de la sociabilidad. En cada mesa, en la distribución de los reunidos en ellas, en la manera como el camarero sirve las consumiciones en una terraza, en la conversación que mantienen los individuos en la barra del bar, en el tipo de bebida que piden, en la actitud corporal, en los gestos, en las miradas de los seres humanos que comparten tapas y cervezas, pegados entre sí o uno frente al otro… nada es anecdótico, todo es ritual, todo es emoción, una sociabilidad vivida, practicada, sentida.


Entonces el Gastro-Humanismo podría presentarse como una  reivindicación de lo social. Llegando a ser una alternativa a la individualización que nos condena día tras día hacia lo atómico. Aspecto que también está tomando cuerpo en la oferta, en la demanda y en el relato de nuestra gastronomía profesional.


Dirijamos entonces la atención al hecho de estar rodeado y junto a los demás como motivo en sí mismo para profundizar en el placer de comer, beber, reír y amar.


Sé gastrohumanista my friend!!!!!!

 
 
 

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